Una vez más llega el mes de julio y con él la estación mas esperada por todos, el verano. Es el momento del año más gratificante, las vacaciones, el buen tiempo, las terracitas, la playa, el monte… ¿Qué tal si este año nos planteamos disfrutar de un verano aún más saludable? Sirvan para ello algunos consejos del médico de confianza.
Desde el punto de vista de la alimentación, recordemos que las necesidades energéticas de nuestro organismo son menores en verano que en invierno, dado que no hay que emplear tantas calorías en la termorregulación porque es verano y apagamos nuestra estufa interior. Por ello es el momento de aparcar comidas copiosas, calóricas y muy energéticas. Es hora de aumentar el consumo de hortalizas y verduras frescas que nos nutren sin gran aporte calórico, por otro lado nos aporta numerosos antioxidantes para compensar el estrés oxidativo causado por las radiaciones solares y las actividades al aire libre típicas del verano. Bienvenido el gazpacho, las ensaladas, las cremas frías de verduras, las frutas frescas. Consumamos menos azúcares, cereales, legumbres, bollería u otras harinas. Del mismo modo limitemos el consumo de grasas en forma de salsas y fritos. Todo ello podrá ser retomado en estaciones mas frías donde el consumo de alimentos calóricos pueda compensarse mejor.
En cuanto a las actividades al aire libre, sea en la playa, en el campo o en la montaña, recordemos la necesidad de usar protectores solares, sobre todo en la cara, cuello, escote y manos, ya que están expuestas al sol durante todo el año. Es aconsejable evitar el sol directo entre las 12,00 y las 16,00 horas, asegurar una sombra para evitar posibles golpes de calor o deshidratación. A propósito de la hidratación, es conveniente beber abundantes líquidos, preferiblemente agua (evitar refrescos) y estar pendientes de los niños y los ancianos, especialmente sensibles a la deshidratación. Es conveniente evitar o limitar temporalmente las actividades al aire libre durante las olas de calor.
Con respecto al baño, para evitar los choques térmicos (mal conocidos como cortes de digestión) se deben evitar las comidas copiosas durante la estancia en la playa ya que un cambio brusco de temperatura (un chapuzón) y sobre todo tras una comida importante, puede provocar un sincope o una parada cardíaca que, dentro del agua, tendría consecuencias nefastas. Lo ideal es entrar en el agua progresivamente adaptando la temperatura, para evitar este tipo de problemas.
En las terracitas, momento imprescindible del verano canario, sería preferible la ingesta de bebidas sin azúcar (refrescos light) antes que las bebidas azucaradas que tanto daño hacen a la salud. No se trata de que las bebidas edulcoradas sean buenas, pero si que son menos dañinas que los refrescos convencionales. En cuanto al alcohol es preferible decantarnos por bebidas fermentadas como la cerveza y el vino, evitando en lo posible bebidas destiladas.
Las horas de sueño, aprovechando la disponibilidad de más tiempo libre, quizás es el momento de hacer una cura de reposo asegurando un mínimo de 7 horas de sueño nocturno. Lo ideal seria establecer un horario fijo de ir a la cama y de levantarse en las mañanas, siempre a una hora prudente para no desaprovechar nuestros días de descanso. Para asegurar un sueño de calidad evitar la cafeína y el alcohol en exceso. La lectura antes de dormir ayuda a conciliar el sueño, se debe evitar la televisión antes de acostarse dado su efecto estimulante. La buena higiene del sueño redundará en beneficio de nuestro bienestar físico y mental. Las siestas pueden ser una opción siempre que no afecten al sueño de la noche.
Finalmente disfrutar de un verano saludable no requiere excesiva inversión por nuestra parte y los beneficios obtenidos se reinvierten en calidad de vida, que debería ser nuestra prioridad.